Peñalosa es la homopatía de la política

Peñalosa es a la política como la homeopatía a la medicina. Aunque ha habido casos en los que se demuestra su ineptitud, sigue diciendo que tiene ‘credenciales’ para hacer lo mismo que se logra con seriedad.

Este tipo vio hace años en Curitiba (<2mill. hab.), Brasil,  lo que consideró el modelo ideal para Bogotá: el uso de buses articulados con paradas y carriles específicos como columna vertebral del transporte masivo a nivel metropolitano. Se involucró con la empresa que produce los buses, vinculando directamente su interés económico personal con su propuesta política.

El tipo se dice buen gestor y mal político (escuchar entrevista an BluRadio de Junio 21 de 2017). Que haya sabido unir su propuesta a su lucro personal, como buen extractor de un sistema de instituciones endebles, que haya sabido apoyar el mecanismo de revocatoria frente a Petro (otro mal gestor y buen político) pero presentarlo como ataque frente a sí mismo, muestran que en política tan mal no le va.

Mientras que como mal gestor: aun se cree que a Bogotá (>8mill. hab.) le sirve la alternativa barata de hace más de una década en una ciudad 4 veces más pequeña; dice que unos de los peores puntos del tren de cercanías es que una valla se llenaría de marihuaneros, atracos y recicladores, desvalorizando los terrenos…. pero la infraestructura de un metro elevado, eso es casi arte y puro desarrollo humano. Sin entrar en su clasismo, que se filtra en su política pública de formas similares a las que el fundamentalismo religioso de Ordoñez deriva en su fundamentalismo político. Sus motivaciones no son técnicas, sociales o funcionales, son de asegurar capital económico y político.

En la foto, un bus normal y un articulado en la misma calle -no arteria vial- de un barrio en Barcelona (>3mill. hab.)… porque un articulado no es más que un bus doble, no es más que coser dos buses; no es algo que requiera transformar toda la estructura vial de la ciudad (plata regalada a los contratistas), ni que pueda reemplazar lo que hace un metro subterráneo tanto en movilidad como en valorización y desarrollo urbano. Este hablador nos va a quitar durante años, otra vez, la posibilidad de empezar lo que desde hace décadas todo el mundo sabe que la ciudad necesita: un buen metro subterráneo.


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